Contando con la buena voluntad y generosidad del editor de este periódico digital, Don Claudio Ojeda, quiero dedicar algunas breves palabras de despedida a una gran y abnegada profesional, me refiero a la Enfermera Doña María de los Ángeles Etcheverry Osorio, la que el día 30 de Junio de 2021 se acogió a retiro de su puesto como Enfermera Jefe del antiguo Servicio de Pensionado, hoy Servicio de Neurología, del Hospital Base de Osorno, conocida por todos sus subalternos como “La Jefa”.
Hablar de la Jefa es rememorar las mejores e imperecederas virtudes de las enfermeras a partir de Florence Nightingale, en donde el bienestar del paciente estaba por sobre cualquier otra consideración, incluso sobre su propio bienestar personal y aunque esa dedicación las llevara a desfallecer y llegar al cansancio extremo, que muchas veces les impedía siquiera comer. Eran verdaderas heroínas en sus funciones.
Las altas responsabilidades que debían asumir les templaba y les templa el carácter de tal manera, que en algunas ocasiones, fruto de las urgencias que deben afrontar, que desarrollan un temperamento que al común de las personas les parece duro e incluso frío, pero no, es la única manera de ejercer la función profesional, incluso contra la intromisión de los familiares de los pacientes y mantener la fluidez de la prestación de las acciones destinadas al cuidado del paciente, lo que constituye su norte y objetivo primordial, cueste lo que cueste. En no pocas ocasiones, en este afán de cuidar a los pacientes, deben padecer cambios de opiniones o incluso, faltas de consideración de afortunadamente pocos galenos.
La Jefa inició su casi apostolado en la Posta N° 4 de Santiago, aledaña al barrio bravo de Santiago. Allí llegaban los guapos de la calle San Pablo, Matucana y como dice la tonada Adiós Santiago Querido, el barrio Matucana “donde toman los bravos en damajuana”, y en donde era frecuente que los principales pacientes llegaran con heridas cortopunzantes e incluso con el arma aún dentro del estómago y con toda la familia del herido gritando que el niño había sido herido mientras dormía en su cunita, aunque se tratara de un avezado delincuente. Ese fue su bautizo de fuego.
Pasaron los años y por decisiones familiares, volvió a su natal Osorno e inició su actividad profesional en el antiguo Hospital Base, pero siempre con una sonrisa en los labios y con el espíritu de servicio en el corazón. Asumió la Jefatura del viejo Pensionado y en ese vetusto edificio prestó sus servicios por largos años hasta que se terminó la construcción del nuevo y actual Hospital Base.
Recibió las llaves de una fría sección del tercer piso del recién nacido hospital, completamente vacío y personalmente debió preocuparse de comprar desde las sábanas de las camas hasta las cajas de curaciones, en definitiva, debió organizar todo el nuevo Servicio de Pensionado del Hospital Base de la ciudad de Osorno donde luego de largos años, la sorprendió la hora de decir adiós.
Hoy que marca el reloj por última vez, se retira a sus cuarteles de invierno donde la esperan su marido y su hijo. Se va con el corazón lleno del amor de sus pares y de su querido personal, que siempre estuvo incondicionalmente junto a ella, incluso en los duros momentos que aún persisten de la Pandemia, pero, jamás dejó de concurrir a sus funciones y siempre la acompañó su característica sonrisa. Buena suerte Jefa y….. gracias Claudio.
José Manuel Godoy Leiva.
NOTA DEL EDITOR : GRACIA A TI JOSE MANUEL POR CONSIDERARME CON TUS ARTICULOS Y TU AMISTAD.