22 de diciembre del 2025.- En ese contexto, elegir el vino adecuado puede marcar la diferencia entre una comida correcta y una experiencia memorable. Pero, ¿existen realmente errores al momento de elegir un vino para las fiestas?
Para Claudia Gacitúa, directora del Diplomado en Comunicación del Vino de la Universidad Andrés Bello, la respuesta es clara: “No hay que ser experto para tomar vino. Más que errores, hay sugerencias para tener una mejor experiencia, porque el vino es placer embotellado”. En esa línea, recalca que lo fundamental es considerar las preferencias personales, la ocasión y el contexto, más que seguir reglas rígidas.
Verano, calor y celebraciones: vinos frescos como protagonistas
Dado que las fiestas de fin de año en Chile se viven en pleno verano, la recomendación es privilegiar vinos que refresquen y acompañen sin saturar. “Las altas temperaturas, las cenas al aire libre y las celebraciones en terrazas o piscinas nos llevan naturalmente a buscar espumantes y vinos livianos, tanto blancos como tintos”, explica Gacitúa.
Entre los blancos, destacan cepas como Sauvignon Blanc, Chardonnay y Riesling, especialmente aquellos provenientes de valles costeros. “El Sauvignon Blanc, sobre todo de zonas como Casablanca o Lo Abarca, es ideal como aperitivo: su acidez vibrante y sus aromas cítricos estimulan las papilas gustativas y preparan para la comida”, señala.
El Chardonnay, en tanto, ofrece una versatilidad mayor. “En versiones frescas y minerales, como las del Limarí o Huasco, puede acompañar desde mariscos crudos hasta platos más cremosos o con frituras”, agrega la académica UNAB.
Para quienes no renuncian al tinto en verano, la clave está en elegir bien. Cepas como País, Pinot Noir, Garnacha o Cinsault, incluso servidas ligeramente frías, permiten disfrutar del vino sin que el calor juegue en contra. Y para preparaciones más contundentes, siguen vigentes los clásicos: “Un Carmenere acompaña muy bien platos tradicionales chilenos como pastel de choclo, empanadas o cancato, mientras que un Cabernet Sauvignon es perfecto para asados y carnes con mayor contenido graso”.
La importancia de la temperatura: un detalle que cambia todo
Uno de los puntos clave para disfrutar el vino en su mejor expresión es la temperatura de servicio. “Especialmente en el caso de los tintos, preocuparse de la temperatura permite vinos más equilibrados, con fruta presente y sin una sensación alcohólica exagerada”, advierte Gacitúa.
La recomendación es clara: entre 12 y 14 grados, evitando la temperatura ambiente estival. “Con 30 grados, cualquier vino se ve perjudicado”, enfatiza.
Espumantes: mucho más que el brindis de medianoche
Otro mito que comienza a quedar atrás es reservar los espumantes solo para el brindis de Año Nuevo. “Hoy ya no es novedad comenzar a tomarlos desde el aperitivo. Aportan frescor, alegría y elegancia a cualquier velada”, comenta la especialista.
Chile ofrece hoy una amplia diversidad de espumantes, provenientes de distintos valles, con variados métodos de producción y niveles de dulzor. “Las alternativas para brindar son muchas, y no hay razón para dejarlas solo para un momento”, sostiene.
Maridajes sin miedo: atreverse a salir de lo típico
En un país con tanta diversidad vitivinícola como Chile, el maridaje también invita a experimentar. “Es un mito eso de que las carnes blancas van solo con vinos blancos y las rojas con tintos”, afirma Gacitúa. Todo depende de las preparaciones, acompañamientos y texturas.
Un pescado graso con salsa de crema, champiñones y tocino puede armonizar perfectamente con un Pinot Noir o Cinsault, mientras que una preparación con pimentón asado o puré de zapallo encuentra un gran aliado en el Carmenere. “La suavidad y amabilidad del Carmenere equilibran muy bien las notas dulces y las texturas del plato”, explica.
El tradicional pavo de Navidad también admite múltiples combinaciones. “La clave está en jugar con las texturas y los sabores. El maridaje ideal es aquel donde vino y comida se lucen juntos y ofrecen una experiencia inolvidable, sin necesidad de que sea un gran vino o una preparación sofisticada”, señala.
Incluso los contrastes funcionan: un queso azul, intenso y salino, puede encontrar su equilibrio perfecto en un vino de cosecha tardía, dulce y con buena acidez. Y para el cierre dulce de la noche, el pan de pascua, con sus notas de especias y frutos secos, armoniza de forma natural con un Late Harvest, gracias a sus aromas a miel y frutas secas.
Disfrutar sin reglas rígidas
En definitiva, el vino en Navidad y Año Nuevo no se trata de cumplir normas, sino de disfrutar. “El secreto está en la combinación armoniosa y en atreverse a probar. Esa puede ser, incluso, una buena resolución para el nuevo año”, concluye Claudia Gacitúa.
El llamado es, como siempre, a disfrutar con responsabilidad y a pasar las llaves si van a manejar.













