La auto lesión no suicida es una conducta, es un indicador que está sucediendo algo a una persona que carece de recursos para expresar emociones sentimientos, para verbalizar su dolor.
Se han identificado algunas causas.
“Llamar la atención” una petición de ayuda. Pero mucho cuidado con esto porque tiene un sentido discriminador peyorativo, demasiado parecido a eso que dicen que “no se quería suicidar sólo llama la atención “escondiendo una desvalorización, un prejuicio, y en cierto modo una victimización.
No esta demas recordar que la manoseada frase “el que se quiere suicidar no avisa” es un mito, es falso. Casi siempre el suicidio esta precedido por intentos, que claro tienden a no tomarse en cuenta.
Otra razón es una baja autoestima, sentimientos de culpabilidad y responsabilidad por algo, sentimiento de merecer un castigo.
Un mecanismo de evasión de un malestar emocional, ya que el dolor físico detiene momentáneamente el flujo del pensar y el dolor emocional. Funciona como una especie de válvula de escape el dolor, la autolesión.
También puede ser un intento desesperado de tener control sobre algo en este caso el propio cuerpo ya que se siente que no se puede controlar nada más
Escapar a un sentimiento de vacío horroroso, a través del dolor que te hace sentir vivo.
Testimonios:
“No sé por qué me lesiono, una profesional me ha dicho que para llamar la atención, pero ya no veo que ese sea el motivo, lo único que tengo claro es que después de hacerlo me siento mejor más tranquilo. A veces creo que me hago lo que me gustaría hacerles a otros, pero tampoco creo que sea eso porque no haría daño a nadie. Si no lo sé, en realidad, no puedo contestar a tu pregunta”
Paciente de 19 años
“Es muy difícil de explicar no sé decir un único motivo, pero sé que a mí me ayuda a sentirme mejor. Cuando me hago daño pienso “Ahora sí que tengo un motivo real para sufrir… no se, es como si el sufrimiento fuese más real o como si ya tuviere tuviese derecho sentir. Cuando veo la sangre y la extensión del corte siento que ya tengo derecho sufrir, a sentirme así de mal, ¡porque en realidad no tengo motivo para sentirme así!”
Estos testimonios nos pueden dar una idea de la complejidad que hay detrás de una conducta.
Factor en común a todos los casos, hay problemas para verbalizar para comunicar emociones en particular el sufrimiento
Paciente 23 años “sobrevivo atrapada bajo una losa fría, inerte, que no me permite hablar, ni respirar. Entre la losa y yo sólo hay cabida para el sufrimiento. Quitarla significaría ser evidente que estoy desnuda, desprotegida. Entonces mi losa se convierte en mi refugio, mi abrigo, protegiéndome y permitiéndome permanecer indiferente de lo ajeno. Alguien que me pueda escuchar comprender y ayudar, pero mi voz se apaga, no consigo sacar las palabras quedan atrapada en lo más profundo de mi interior”
Nosotros como padres, madres, amistades, debemos revisar la forma como reaccionamos ante estas conductas. En su mayoría escapan a nuestro conocimiento, ponen en tela de juicio todo lo que hemos hecho por nuestros hijos, de pronto nos parece tener personas desconocidas al lado, entramos en un bucle de temor de ansiedad y de culpabilidad, buscando en qué forma de qué manera, a lo mejor nosotros como padres o parientes, somos culpables.
Entonces generalmente el temor acaba expresándose como ira, como presión, como acusación. No lo comprendemos.
“que pasa contigo eres enfermito o enfermita? ¿si te está pasando algo tienes que salir adelante… todos tenemos problemas y salimos… pero habla… como habla y no dice nada… está tratando llama la atención no se te ocurre algo una manera más inteligente de llamar la atención… Vamos a tener que internarte… que lo que pasó… que estás ocultando? ¿te hicieron algo? ¿estás escuchando voces…? etc. etc.
Esto no ayuda a nuestro adolescente, recordemos que tiene problemas para verbalizar lo que siente, y ahora tiene que lidiar con una crisis familiar, de la cual se sentirá protagonista y culpable principal. Por eso no tiene nada de raro, que lo oculte durante mucho tiempo.
Otro temor terrible que nos embarga pensar que la autolesión implique que nuestro hijo o hija pueda querer suicidarse. Pero la estadística al respecto indica que es bajo el porcentaje de jóvenes que pasa de la autolesión al suicidio. Sin embargo, no hay que descartar nada, y la primera línea de acción debe ser acudir de forma inmediata a tener ayuda profesional. Asumamos que nuestro dolor y temor no nos va a permitir fácilmente tener una conducta racional y objetiva. Pero tambien está demostrado que la presencia y apoyo de padre y madre es fundamental.
Lo que más necesitan nuestros adolescentes es comprensión aceptación y compañía en este momento difícil para ellos tenemos que ser parte de la solución, no del problema, pues ya nuestro joven está prisionero en un círculo en un bucle de ira lesión culpa y castigo. No experimentemos, busquemos ayuda profesional. Aquí no sirven las frases de echarle pa delante. Y menos esa tan típica: “y como yo salí adelante? ”
Y un último testimonio:
“A veces desearía decir lo que siento, pero me callo y aguanto porque no sé expresar, me abruma; como expresar que se me pone un nudo en el estómago que cada vez se hace más grande, que se alimenta con cada detalle, con cada imprevisto, como explicar que crece y crece hasta que necesita encontrar una salida, como asumir que la única salida que encuentro es dañina para mí y para los que me rodean entenderían que si no me lesiono, siento que reviento que me muero porque para evitarlo ataco hago daño y esto si quiero pararlo”
Luis Alberto Solis Valenzuela – Profesor de Historia y Psicólogo clínico.













