Los datos indican que nuestro país se anota en el ranking mundial con alrededor de un 60% de la población mayor de 15 años con sobrepeso y, en muchos casos, con obesidad mórbida.
Algunas investigaciones señalan que, en realidad, habría un 70% de personas con sobrepeso, en tanto que un 80% de la población estaría marcando un alto nivel de sedentarismo. Son cifras poco halagadoras y, lo que es peor, poco promisorias, si vemos lo que nos depara el futuro.
Dicho de manera muy resumida: nuestra nación es el tercer país con el estilo de vida menos saludable de América Latina, por cuanto, la población infantil y adulta parece distinguirse por:
- La abundante ingesta de comida chatarra.
- Por una notable falta de actividad física.
- Por la práctica de un sedentarismo a ultranza –en función de la cantidad de horas que pasamos, por ejemplo, sentados frente al televisor– sin que importe mucho el sexo de la persona o la edad del sujeto. Los resultados son desastrosos por igual.
En un hecho que ya no es objeto de discusión, nos estamos alimentando muy mal, nos estamos moviendo muy poco y, lentamente, estamos “envenenando nuestro cuerpo con exceso de grasa”, con los resultados que son de esperar: sobrepeso y obesidad, mala calidad de vida, problemas estéticos, problemas con la autoestima e imagen corporal. Y lo que es peor, la presencia de diversas enfermedades relacionadas con el sobrepeso y la obesidad: diabetes, hipertensión arterial, elevados niveles de colesterol, desarrollo de diversos tipos de cánceres, accidentes cardiovasculares, etc.
Tanto los adultos como los niños –en un caso claro de aprendizaje por imitación social– están lejos de cumplir con las recomendaciones de la Organización Mundial de la Salud (OMS), por cuanto, consumimos mucho más de lo permitido de aquellos alimentos considerados como muy poco saludables: exceso de azúcares, grasas saturadas, alimentos altamente procesados, mucha sal, ingesta de alcohol, consumo de bebidas azucaradas, etc.
El grave problema con el exceso de calorías, es que como éstas no alcanzan a gastarse –por la falta de actividad física–, las calorías se van directamente al “depósito” en el cuerpo, es decir, comienzan a dar origen a los indeseables rollos alrededor de la cintura, abdomen, piernas y brazos, con consecuencias que muchas personas desconocen y que no son sólo de tipo estético.
Sólo a modo de ejemplo: un estudio del año 2018 publicado por la prestigiosa revista médica inglesa The Lancet mostró que –para el caso de los hombres– un aumento de 16 kilos representaba un incremento en la probabilidad de sufrir cáncer de esófago, tiroides, de colon y riñón que iba de un 24 a un 52%. Además, entre los hombres gordos se presentaban más tumores rectales y melanomas malignos que en los hombres con peso normal.
En el caso de las mujeres
Para el caso de las mujeres, el solo aumento de 14 kilos sobre su peso normal implicaba un incremento de un 34 a un 59% de mayor riesgo de desarrollar cáncer de útero, esófago, colon, vesícula, endometrio y riñón.
Hoy tenemos una suerte de “epidemia de obesidad” a nivel mundial, de la cual nuestro país no está libre.
La OMS por su parte, en un informe publicado en junio de 2021 entregó cifras aterradoras: en al año 2016 más de 1.900 millones de adultos mayores de 18 años tenían sobrepeso, de los cuales, nada menos que 650 millones de personas eran obesas o padecían derechamente de obesidad mórbida, en tanto que más de 340 millones de niños y adolescentes entre 5 y 18 tenían sobrepeso o eran obesos. La peor noticia: 41 millones de niños menores de cinco años tenían sobrepeso u obesidad. No es un futuro que podría describirse como “esplendoroso”.
Es necesario señalar que hay sujetos que no disponen en su organismo de la hormona leptina, la hormona “vigía”, aquella que controla el metabolismo de la grasa, la hormona que mantiene el balance energético del cuerpo y que regula el hambre y la saciedad, en función de lo cual –aún cuando estas personas se preocupen de controlar de manera estricta su dieta y realizar mucha actividad física– la dificultad de estos individuos para controlar el apetito, supera todos sus esfuerzos y fuerza de voluntad.
No obstante lo anterior, las investigaciones demuestran que la mayoría de las personas con sobrepeso y obesidad sí dispone de esta hormona, razón por la cual, su mayor y gran problema va por la vía del desorden alimenticio, la ingesta de comida poco saludable, la falta de ejercicio físico y el escaso respeto que tienen por la salud y el cuidado de su propio cuerpo. Un error fatal que se termina pagando muy caro.
Hoy en día, existe demasiada evidencia convincente de que la adiposidad corporal y la adiposidad abdominal aumentan el riesgo de cáncer colorrectal, una enfermedad muy infame que afecta a hombres y mujeres por igual. Es una enfermedad que puede ser considerada muy “democrática” en sus efectos finales, ya que le puede pasar a cualquier persona, sin distinción de sexo o nivel socioeconómico.
Ahora bien, una forma de difundir y dar a conocer esta información con el objetivo de prevenir, educar a la gente y lograr que las personas se sumen a las iniciativas de salud preventiva que permitan poner un ALTO a esta epidemia, es a través de los medios de comunicación, incluyendo las redes sociales, ya que la finalidad última de entregar todos estos datos, es que las personas entiendan de que es hora de cambiar el estilo de vida que llevamos, de otra forma, el futuro se ve muy oscuro y plagado de enfermedades peligrosas, aún cuando todas ellas evitables… si es que actuamos a tiempo.
Dr. Franco Lotito C. – www.aurigaservicios.cl – Académico, escritor e investigador (PUC-UACh)