“Los factores genéticos cargan la pistola. El ambiente jala el gatillo” (Dr. Craig Johnson, Director de la Unidad de Desórdenes Alimentarios del Hospital Psiquiátrico Laureate, EE.UU.).
El día 30 de noviembre de cada año se conmemora el Día Internacional contra los Trastornos de la Conducta Alimenticia (TCA). Tanto es así, que estudios de la Organización Mundial de la Salud (OMS) indican que alrededor del 3,1% de la población femenina entre los 12 y los 21 años sufre algún tipo de trastorno de la conducta alimenticia, en tanto que alrededor de un 1% de los varones sufriría, asimismo, de este tipo de trastornos. Entre los TCA más conocidos están la “anorexia”, la “bulimia”, la “ortorexia” o fijación patológica hacia una alimentación equilibrada y saludable, la “vigorexia” o preocupación excesiva por el cuerpo y el “trastorno por atracón”, en que la persona consume una cantidad de comida mucho mayor de lo normal y todo al mismo tiempo.
En este sentido, la OMS define los trastornos alimentarios como “enfermedades mentales que se caracterizan por la excesiva pérdida de peso de manera deliberada por parte de una persona, arriesgando su salud y su propia vida como consecuencia de ayunos continuos y prolongados”. Estos trastornos van acompañados por: (a) una percepción distorsionada de la imagen corporal, (b) un sentimiento –sin fundamento alguno– por parte de la persona de sentirse excesivamente gorda, (c) un miedo de tipo obsesivo ante la posibilidad de subir de peso, condición a la que se suma un rechazo a la comida.
Otro dato relevante, es el hecho de que estas patologías son transversales, es decir, están presentes en todas las edades sin importar sexo o condición social, por cuanto, los TCA se presentan de igual forma en los distintos estratos socioeconómicos, no obstante el mito que señala que esta enfermedad afectaría a personas pertenecientes a niveles socioeconómicos altos. La causa de dichos trastornos está relacionada con múltiples factores: psicológicos, biológicos, socioculturales y familiares.
Las restricciones auto impuestas en el consumo de alimentos pueden llevar a las personas a la muerte, por cuanto, la anorexia tiene un rango de mortalidad cercana al 10%, lo cual, posiciona a “la anorexia con uno de los mayores índices de mortalidad de todas las enfermedades de tipo psicológico”.
Diversas investigaciones han determinado que la presencia de factores genéticos eleva hasta en 12 veces el riesgo de sufrir anorexia, lo que implica que existe una cierta predisposición de los miembros de una familia a desarrollar este trastorno cuando se nace en un hogar con antecedentes de este tipo. Asimismo, los factores ambientales y los cánones de belleza imperantes en la sociedad también son factores que pueden gatillar el trastorno. Un ejemplo de lo anterior lo constituye el inicio de una dieta restrictiva –que se convierte en un factor precipitante de la enfermedad– si alguien del entorno cercano en el que vive la joven le da demasiada importancia a la imagen física.
Las diferencias esenciales que distinguen a la anorexia de la bulimia son las siguientes:
ANOREXIA: se caracteriza por: (a) la pérdida del 15% en relación con el peso mínimo que correspondería tener según talla y sexo, (b) el rechazo de la persona afectada a mantener, justamente, el peso mínimo considerado normal. En este sentido, se considera como anoréxica a una persona cuyo Índice de Masa Corporal (IMC) es inferior a 17,5, en donde, el IMC es un indicador que se obtiene calculando el peso del sujeto –en kilógramos– dividido por el cuadrado de la altura –en metros–, (c) existe una imagen alterada y distorsionada del cuerpo, con presencia de miedo intenso a engordar mientras se adelgaza, (d) a causa de la sensible pérdida de peso, la afectada presenta amenorrea o falta de menstruación (e) se produce una serie de síntomas, tales como volverse frágiles o escuálidas físicamente, tener uñas quebradizas, sufrir pérdida del cabello, presentar alteraciones dentales (corrosión del esmalte dental y presencia de caries debido a las purgas y al vómito auto inducido), menor temperatura corporal, alteraciones cardiovasculares (hipotensión, bradicardia, arritmias), alteraciones gastrointestinales (flatulencia, hinchazón, estreñimiento), obsesión por el control del peso, contar y/o racionar los alimentos de forma meticulosa, realizar ejercicio en exceso, aislarse socialmente (para evitar comidas o festejos donde se sirven alimentos), estar con depresión, sentirse sin fuerzas ni energías.
Algunos rasgos de personalidad que predisponen a este trastorno son la presencia de ansiedad y tendencia al perfeccionismo. También se ha relacionado esta enfermedad con algunas alteraciones psiquiátricas como depresión mayor y trastornos obsesivo-compulsivos. En ciertos casos existen factores familiares, tales como presencia de alcoholismo o trastornos psiquiátricos en familiares de primer grado (padres, hermanos).
BULIMIA: se la describe como “anorexia de tipo purgativa” que combina la ingesta de grandes cantidades de comida a escondidas –son verdaderos “atracones” con crisis de apetito voraz e incontrolado– seguida de conductas purgativas, es decir, los alimentos ingeridos son expulsados de manera inducida a través de vómitos, uso de laxantes, diuréticos, enemas y/o ejercicio físico excesivo. Es una condición que se vive con mucha ansiedad, con sentimientos de culpa y auto desprecio. Esta conducta conduce a serias complicaciones, tales como daño al estómago, generación de comportamientos compulsivos difíciles de evitar, alteraciones cardiovasculares, reflujo, irritación a la garganta, problemas hormonales, hemorroides, entre otras graves consecuencias.
Los sujetos bulímicos suelen ser emocionalmente inestables, impulsivos, con una baja autoestima y presentan baja tolerancia a la frustración. Existe también una tendencia general en estas personas a la automedicación.
Las jóvenes víctimas de estos dos trastornos se refieren a la anorexia y a la bulimia bajo los seudónimos de ana y mía. El fenómeno ha derivado, incluso, en la aparición de una suerte de “hermandades” cerradas en las que participan miles de jóvenes anoréxicas y bulímicas. Tanto es así, que en algunos sitios de Internet, no se puede ingresar al chat si no se cuenta con una clave, o en su defecto, con la autorización de alguno de los miembros “oficiales” del grupo. (Algunos ejemplos de declaraciones del chat: “Soy ana, tengo 19 años, pero esta semana fui mía y fue una experiencia horrible”, “Tengo 17 años y soy mía desde hace más de un año”).
En todos los casos, la sugerencia es ponerse cuanto antes bajo el cuidado de especialistas, por cuanto, las consecuencias pueden ser muchas y todas ellas tienen un carácter de mal pronóstico si no se actúa a tiempo. En algunos casos, el pronóstico incluye el fallecimiento de la persona afectada por un trastorno de la conducta alimenticia.
Dr. Franco Lotito C. – www.aurigaservicios.cl – Académico, escritor e investigador (PUC-UACh)