Su nombre se ha hecho conocido en las pasarelas emergentes chilenas y extranjeras, principalmente en Japón, país donde estuvo dos años tras graduarse de Diseño y Vestuario Textil en la UNAB. Con solo 26 años Cristóbal Miranda, Cris, se ha transformado en un referente de la moda sostenible en el país y América Latina, no solo por “ser una tendencia de moda”, sino porque es una preocupación y un camino que quiere seguir para evitar el consumo lineal del “fast fashion” y favorecer la circularidad en las prendas de vestir.
A pocos días de la final del Redress Design Award en su versión 2022, con la expectación y nervios normales, el profesional habla de su arduo proceso creativo para este certamen, lo que ha implicado aprender, conocer y trabajar la moda sostenible y sus próximos desafíos en esta materia.
¿Cómo has vivido esta experiencia, qué has aprendido y cómo va la preparación para esta nueva versión del #RDA2022?
Ha sido un proceso súper arduo y muy entretenido también, por supuesto. Pero, sobre todo, enriquecedor, principalmente, porque funciona como una academia. Entonces, hay muchos de recursos educativos para diseñadores que nos estamos dedicando a lo sostenible; para que logremos profundizar nuestros conocimientos y aplicarlos de mejor manera a los sistemas de producción circulares y que los modelos de negocio de moda que sean sostenibles, no solo porque son amigables con el medio ambiente, sino que porque son conscientes con la cadena productiva, desde las personas involucradas, hasta los materiales que se usan y la forma en que éstos se comercializan y son a su vez consumidos por el usuario final.
Honestamente, me he sentido súper bien en el proceso. Ha sido genial ponerme a prueba. Obviamente, también tiene su cuota de estrés, porque es muchísimo el trabajo y ha sido muy intenso. Creo que este es el proyecto más desafiante que realizado como diseñador y, lo he vivido con las ganas de enriquecer mi proceso creativo, mi proceso de construcción y comercialización de prendas siempre con una mirada circular. Creo que eso es lo que más he aprendido hasta ahora, que es el tema de crear un concepto de imagen de marca basado en lo sostenible.
¿Cómo podrías definir ser seleccionado por este concurso de moda sostenible? ¿Suerte, privilegio o esfuerzo?
Más que un privilegio, fue un mérito al esfuerzo. Porque he puesto en mi propuesta de diseño mucho esfuerzo desde que estaba en la Universidad y con la cual he seguido trabajando a pesar de todas las adversidades. Lamentablemente en nuestro país estamos o se nos ha enseñado a consumir de forma lineal, es decir, de forma sumamente rápida y descartando las prendas. Y como aprendimos esa forma de consumo, es hoy nuestra responsabilidad cuestionarnos de dónde viene la ropa y tratar de cambiar el “switch” a la circularidad.
Gracias a toda esta apertura que he generado como diseñador, he visto como la moda mueve hacia un sistema más circular. Si bien no va a ser inmediato, es algo que tiene que partir desde el ampliar el conocimiento. Creo que mientras más propuestas, mientras más se replique el modelo de economía circular en la moda, más fácil será el acceso que tendrán las personas entender qué es la moda sostenible y por qué se debe optar por ella.
¿Esta colección que presentarás en el #RDA2022 llevará algo de Chile?
Mi colección se basa en la forma en que percibo Japón y como mi cultura latina interactuó con la japonesa durante los dos años que viví allá. Esto se materializará a través de kimonos, que son las prendas que escogí y que son reutilizados. Pero, además, incluyen mucha inspiración creativa de mis vivencias, de cómo convivo con el vestuario, la forma en que yo interactúo con mi cultura latina y chilena.
Moda sostenible y medio ambiente
La industria textil, es una de las más contaminantes a nivel global, la segunda después de los combustibles fósiles, generando más carbono que todos los vuelos y envíos marítimos internacionales juntos, provocando grandes consecuencias mundiales, según reportó la Conferencia de Comercio y Desarrollo (UNDCTAD) de las Organizaciones de Naciones Unidas (ONU), en 2021. Dicho informe precisó, además, que este rubro es el responsable de que el 20% del desperdicio total del agua a nivel global, se produce por el “fast fashion” -fabricación de prendas desechables a bajo costo- las tienen un fuerte impacto en el medio ambiente.
Más datos de la UNCTAD, indican que 93 mil millones de M3 de agua, lo que equivale a saciar la sed de cinco millones de personas. Asimismo, cada año se lanzan al mar medio millón de toneladas de microfibra, lo que equivale a 3 millones de barriles de petróleo.
Todo esto, sin mencionar que, actualmente, Chile posee el “cementerio de ropa más grande el mundo”, el cual según se prevé posee más de 60 mil toneladas de ropa de segunda mano que ingresa por la Zona Franca de Iquique. Las cuales llegan a parar a uno de los patrimonios naturales del norte de Chile: el Desierto de Atacama, noticia que dio vuelta al mundo en medios internacionales.
Al respecto, Miranda, diseñador y académico de la UNAB, afortunadamente tiene una visión positiva frente al futuro de la moda en el ámbito de consumo y avance: “La moda sostenible dejó de ser tendencia hace mucho tiempo. Hoy está en boga y lo vemos aplicado de diversas maneras. Además, va en camino a convertirse en un estilo de vida”, dice.
El experto precisa que “es una forma de entender el consumo, la producción del vestuario y la manera en que nos relacionamos con la ropa.
La gente está concientizando, por lo tanto, yo creo que esto ya definitivamente llegó para quedarse y se va a ir ampliando en gran medida dentro los próximos años”.
Cerrando, el joven diseñador detalla con precisión sus próximos pasos a futuro, los que incluyen seguir trabajando en el área sostenible y la academia.
“Mi objetivo es continuar con mi marca y posicionarla como sostenible y autosustentable, en el sentido de que me permita generar otros proyectos que se relacionen con la concientización del consumo de la ropa en Chile, como, por ejemplo, aportar a la generación de políticas públicas que limiten o regularicen la importación indiscriminada de prendas de segunda mano de las grandes potencias del mundo, como Europa, Estados Unidos o China y no hay ningún marco legal que lo regularice”, asegura.
Finalmente, Cris Miranda afirma que “en la medida de que proyectos como el mío se viralicen y se den a conocer como es mi caso, la moda sostenible y circular será tendencia y un estilo de vida, porque la idea es construir una mejor industria para Chile y reconstruir la industria que en algún momento perdimos”.