Por supuesto aparecerán los “asesores “con multitud de frases hechas, “no pusiste suficiente atención,” no vibraste “alto”, te faltó, fallaste en alguna parte del decreto o la manifestación por lo tanto la culpa sigue siendo tuya, que te falta curar la herida de algún antepasado, etc. etc.
Todas estas técnicas, contigo fallaron, y te quedaste con una culpabilidad extra, le “fallaste” a tus consejeros tus amistades tus terapeutas…
Todas estas sensaciones de amargura, de culpabilidad y fracaso, son un manjar exquisito para una criatura que tienes dentro, una especie de viejecito amargo, un duende criticón, que reúne la lengua afilada y acusadora de un fiscal, y crueldad intrínseca de un juez de la inquisición.
Esa parte tuya no perdona. A lo mejor buena parte del día no la escuchas, porque corres de acción en acción de acontecimiento en acontecimiento, en una intensa vida social, porque volver a casa a lo mejor significa escuchar a esa voz, que mastica tu hígado como el águila a Prometeo.
Critica. culpabilidad… Y se pasa la vida tratando intentando estar a la altura, aplacar esas voces dentro de ti que te martirizan.
¿Como es tu voz interna que te censura? Algunos(as) me han dicho que es la voz de alguna madre , padre o pariente que les dice constantemente que no valen nada, que estan condenados al fracaso… cualquier mensaje de ese tipo.
Y a veces, demasiadas veces se convierten estas voces, en tu voz…
Que te insulta que te trata mal, que no te perdona.
Para guinda del pastel, te han hecho creer que hay que ser fuerte… el viejo modelo de John Wayne, del héroe duro de matar, del jinete pálido impasible, del guerrero que jamas duda ni se apena. Del luchador, o luchona que le pone el pecho a todo. Que no puede llorar, que no puede quejarse… que no tiene ni un momento de “debilidad”
Eso es falso. El dolor está ahí, sigue ahí, tú lo empujaste a la fuerza hacia el fondo de ti, lo encerraste en esa pieza donde también estas tus pesadillas y tus vergüenzas. Y a la vuelta de unos años, pasas a ser carne de psiquiatra o psicólogo a 20 80 o 100 lucas la hora…
¡NO! Rebélate.
Hace te cariño, autocompadécete. Trátate bien, con amor con respeto.
Se dulce contigo mismo
Recurre a esa parte que tienes dentro de mama y papa, cuando siglos atrás, te decían con dulzura … “ llora… no pasa nada… todo estará bien…” te queremos mucho… Y esa magia si funcionaba.
Sigue mi consejo, que ademas es gratis, quiérete regalonéate prémiate cómprate ese rico helado o esa cosa que sueñas… y llora tranquila libremente y sin autocensura… vuelve a ser el niño herido que sabe como restañar sus heridas… y no te hables a ti mismo con esa voz dura y exigente, no te insultes a ti mismo… Hazte cariño con una voz interna calma y cálida, dulce como los besos de mama y papa… LA autocompasión, es el remedio para las heridas y las magulladuras del alma…
¿Que no eres perfecto? No lo eres… ¿Y qué?
Luis Alberto Solis Valenzuela – Profesor de Historia – Psicólogo clínico