Sin ser experto en sociología o antropología, podemos afirmar sin temor a equivocarnos, que somos un país extremista. Pasamos de la euforia a la angustia y la depresión en cuestión de minutos. Cuando vemos un partido de fútbol de la selección, partimos siempre con una gran expectativa, que fulano está jugando mejor que nunca, que en Europa ha metido varios goles y muchos argumentos que nos indican que nuestro equipo está en su mejor momento. Por cosas de la vida, la selección pierde. De inmediato salta el análisis que el arquero jugó pésimo, que la edad les está pasando la cuenta y que la camiseta de la selección le pesa a los jugadores y sellamos el análisis con la frase: “jugamos como nunca y perdimos como siempre.” De un extremo anímico a otro en 90 minutos.
Nuestro Congreso Nacional se enfrasca en una Acusación Constitucional tendiente a destituir al Presidente de la República, acusado de haber efectuado negocios en beneficio personal y familiar, con grave daño a la imagen de la República a nivel nacional e internacional y por haber infringido gravemente la Constitución y las leyes. Durante la tramitación de la acusación se realizó un discurso que duró más de 10 horas, con el objeto de otorgarle tiempo a un parlamentario ausente para que llegara a emitir su sufragio. Se argumentó que la democracia y la patria estaban en peligro, que se trataba de un golpe de estado y los conceptos ética, honor y moral iban y venían. Se llevó a cabo la votación de la acusación constitucional y no se obtuvo la votación requerida para destituir al Presidente de la República. No se derrumbó la institucionalidad de la República, la Democracia sigue intacta y la comunidad internacional no cuestionó nada. En 24 horas pasamos de una eventual crisis institucional a la más absoluta normalidad republicana.
Este Domingo, deberemos concurrir a votar para elegir Presidente de la República, Senadores, Diputados y Consejeros Regionales, en lo que se ha dado en llamar “la elección mas importante de la historia de Chile”.
En dicha elección participa un grupo variopinto de candidatos a la primera magistratura. A modo de ejemplo, podemos señalar que participa un candidato que durante toda la campaña ha estado en el extranjero , que contesta entrevistas por video conferencias y que además, si viaja a nuestro país, se dice que sería detenido ya que adeudaría millones de pesos en pensiones de alimentos a sus hijos.
Otro, es un personaje que probablemente ignora que Stalin falleció y que el Muro de Berlín desapareció. Su discurso es un recuerdo de aquellos de la época de los fundadores del Sindicalismo y de los movimientos obreros y lanza sus arengas con la mano izquierda empuñada y en alto. Otro de los candidatos, postula por 3 o 4 vez, vive enojado, discute hasta con su sombra y amenaza a todo el mundo. Curioso personaje. Los demás candidatos, incluyendo una dama, corresponden al perfil tradicional de los candidatos a la presidencia, serios, todos con programas de gobierno estructurados, sólidas ofertas a los votantes y visiones interesantes del Chile del mañana. Eso sí, esta campaña se ha caracterizado por la virulencia del trato entre los competidores. Todos se acusan de pretender destruir al país y de hacer retroceder los avances logrados tras décadas de trabajo democrático etc. Quién escucha puede llegar a pensar que la República está en peligro, pero como ya hemos postulado previamente, el Lunes 22, el país amanecerá con autoridades electas nuevas, con todos los partidos políticos declarándose ganadores y haciéndole honor al viejo adagio electoral que dice: “las elecciones no se ganan, se explican”, pero con el país intacto, con todo el mundo rumbo a sus trabajos y tranquilos, sin efervescencias ni conflictos, nuevamente habremos pasado al otro extremo y habrá sido una elección más, con la seriedad de siempre y con el funcionamiento impecable de los organismos encargados de los escrutinios y esperaremos entonces, la próxima elección más importante de la historia de Chile.
José Manuel Godoy Leiva – Abogado