En la fachada del Ministerio de Justicia, en Paris, justo debajo de una ventana de la planta baja, hay un cuadrado de mármol grabado con una línea horizontal y la palabra “METRE”, es decir, Metro.
Apenas se nota en la gran Place Vandome, pero esta plataforma es uno de los últimos “ Metre Etalens” ( metro estándar) que quedan.
Grabados así se colocaron en toda la ciudad de París hace más de 200 años en un intento por introducir un nuevo Sistema Universal de Medición. En aquella época, cada usuario inventaba su método de medición. Los comerciantes en telas medían la extensión de su producto homologando la distancia entre el codo y la mano; los constructores medían las distancias de un lugar a otro, calculando el largo de sus zapatos y los productos que se vendían a granel, se pesaban a puñados. Existía un caos generalizado en cuanto al sistema de medición.
En estos tiempos es algo natural en todos los lugares a los que asistimos, que el sistema métrico que se creó en Francia es el sistema oficial de medición para casi todos los países del mundo, con excepción de Estados Unidos y Liberia, que emplean la yarda.
Pero no siempre fue así: hubo un momento en el que cada vez que se viajaba, se tenían que usar diferentes formas de medir, como lo hacemos aún con las monedas.
Pero, entre los años de 1789 y 1799, los Revolucionarios buscaban no sólo derrocar la política al quitarle el poder a la Monarquía y a la Iglesia, sino también derrocar las viejas tradiciones y hábitos, como ocurre en la actualidad con Maduro en Venezuela, que por decreto obligó a su pueblo a celebrar la Navidad en Octubre y no en Diciembre como es la época tradicional en todo el mundo.
Con este fin, en 1793 los Revolucionarios introdujeron entre otras cosas, el Calendario Republicano, que consistía en 100 días al mes, de 10 horas, con 100 minutos por hora y 100 segundos por minuto. Hasta que se dieron cuenta que de esta manera los días se alargaban y las jornadas de trabajo terminaban de noche.
Para solucionar este problema, recurrieron a los pensadores científicos más prominentes de la Ilustración francesa.
Fue así como estos científicos determinaron que debía usarse una medida única y universal en toda la República, y la bautizaron como Metre (Metro), que debía basarse en la observación de la naturaleza. Es así como, dispusieron que 1 metro debía corresponder a una millonésima parte de la distancia entre el Polo Norte y el Ecuador. Los astrónomos Jean Baptiste Delambre y Pierre Méchain se abocaron a la faena de realizar las mediciones.
Los astrónomos fueron desdeñados por la sociedad, ya que permanecían largo tiempo en los lugares más altos de Paris realizando cálculos y mediciones.
El Panteón, que Luis XV encargó originalmente para que fuera una iglesia, se convirtió en la Estación Geodésica Central de París, desde cuya cúpula los astrónomos triangulaban todos los puntos altos de la ciudad.
Con motivo de la Feria Mundial de 1889, para la cual se construyó la Torre de Eiffel, se creó además la Oficina Internacional de Pesos y Medidas, en donde se elaboró una barra de platino con la nueva medida, el Metro, que se usó para calibrar cuidadosamente las copias, que luego se enviaron a todas las capitales de Europa.
Así fue como el Metro, capricho de los Revolucionarios franceses, formó la base de nuestra economía moderna y condujo a la globalización. Permitió la ingeniería de alta precisión y sigue siendo esencial para la ciencia y la investigación y, también, para la comprensión del Universo.