30 de marzo del 2025.- Puente San pablo. Intersección con el inicio de la avenida concepción, Rahue bajo. De pronto al doblar tengo que dar un viraje súbito. Hay un cuerpo humano tendido a todo lo largo del carril derecho del puente. Los autos camionetas vehículos siguen pasando casi sin frenar, arriesgando que alguno que venga detrás simplemente pase encima del infortunado que está allí boca abajo y sin moverse. No se sabe si está vivo o muerto si cayó o fue atropellado.
Estaciono poco más allá y me voy corriendo al lugar. Por suerte alguien reacciono más rápido y lo veo arrastrando el cuerpo hacia la vereda. Respiro más tranquilo. Y mientras los autos seguían y seguían… Pero ya no sucedió lo peor.
Esta vivo. Confuso, incoherente, pero está vivo. Lamo a carabineros y al 107, llega la ambulancia y se lleva a nuestro amigo, aun sumido en su mundo. Reflexiono sobre la apatía, la indiferencia de quienes pasaron y siguieron su camino, quizas se basa en parte en un factor que se llama la dilución de la responsabilidad. Cuando hay muchos testigos de la situación, todos tienden a asumir que “alguien hara algo” y siguen su camino. Hace falta algo más, algo extra, más allá de esa fuerza que nos petrifica en nuestro propio yo y sus intereses.
“Bajaba un hombre de Jerusalén a Jericó y cayó en manos de unos ladrones. Le quitaron la ropa, lo golpearon y se fueron, dejándolo medio muerto. Resulta que viajaba por el mismo camino un sacerdote quien, al verlo, se desvió y siguió de largo. Así también llegó a aquel lugar un levita y al verlo, se desvió y siguió de largo. Pero un samaritano que iba de viaje llegó a donde estaba el hombre y viéndolo, se compadeció de él. Se acercó, le curó las heridas con vino y aceite, y se las vendó. Luego lo montó sobre su propia cabalgadura, lo llevó a un alojamiento y lo cuidó. Al día siguiente, sacó dos monedas de plata y se las dio al dueño del alojamiento. “Cuídemelo —le dijo—, y lo que gaste usted de más, se lo pagaré cuando yo vuelva”. ¿Cuál de estos tres piensas que demostró ser el prójimo del que cayó en manos de los ladrones? El que se compadeció de él —contestó el experto en la Ley.
—Anda entonces y haz tú lo mismo —concluyó Jesús.”

Giovanni, se llama ese joven trabajador que paro su auto poco más allá, dejó su esposa e hija y corrió a salvar a ese desconocido. Trabaja en Mafrisur. Le pedí permiso para sacarle una foto. Se las comparto. Su bondad asi como la de su familia merece reconocimiento. No se gana la vida con discursos, trabaja duro, y es un ejemplo para sus hijos e hija. Ojalá algún día lean esta historia
No puedo olvidar que en ese puente también muchos han estado a punto de perder la vida, pero hay voluntarios que se hacen presente para impedir, salvar y contener a personas muy agobiadas que ven el fin de su dolor en la muerte. Para todos ellos mi reconocimiento y homenaje.
Y para otra vuelta, dejemos que el corazón decida.
Luis Alberto Solis Valenzuela – Profesor de Historia – Psicólogo clinico