Las personas que están al borde del suicidio necesitan, básicamente, tres cosas que son claves: (a) que alguien las escuche con atención, (b) tener a alguien en quien depositar su confianza, (c) saber que hay una persona que, de verdad, se preocupa por ellas.
De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud (OMS), para el caso de las personas “en el grupo etario de 15 a 29 años, el suicidio representa la cuarta causa de muerte en todo el mundo”, en tanto que el “suicidio entre la población mayor ya dejó de ser un secreto a voces”, existiendo para este grupo –especialmente para los mayores de 80 años– múltiples factores de riesgo: soledad, abandono, aislamiento, pérdida progresiva de sus capacidades, deterioro cognitivo, pérdida de movilidad, dolor crónico, fragilidad. Revisemos algunas de las frases de jóvenes y adultos mayores que han intentado quitarse la vida:
“No soporto más esta vida miserable y sin sentido”, “Estoy solo(a), cansado(a) y deprimido(a), y lo único que quiero, es morirme”, “Mi vida no ha sido fácil, mi pensión no me alcanza para vivir y he pensado muchas veces en quitarme la vida”, “Mis padres lo único que saben es pelear, decirnos cosas feas y no preocuparse de sus hijos”, “A mis compañeras no les agrado, se burlan de mi aspecto y me postean cosas muy feas en las redes sociales”, “Mis padres no me entienden y tampoco se interesan por mí ¿de qué me sirve estar vivo?”, y un largo etcétera.
Estos antecedentes se convierten en una razón muy poderosa para efectos de prestar la máxima atención a aquellas señales que pudiesen ayudar a los padres de estos jóvenes, así como a las personas del entorno cercano a los adultos mayores a prevenir que más jóvenes y adultos mayores sigan atentando en contra de su integridad física.
De acuerdo con la OMS, por cada suicidio consumado hay 20 intentos fallidos, calculándose que existen otras 50 personas que están pensando seriamente acerca de la posibilidad de acabar con sus vidas por cada intento que falla. Es por ello, que un suicidio fallido es el principal predictor de un suicidio futuro.
La soledad, la miseria, las enfermedades y el abandono para el caso de los adultos mayores, la baja autoestima, problemas de comunicación, padres que están continuamente en “guerra” el uno contra el otro, la carencia de afecto y cariño, sufrir bullying, tener peleas con los amigos más cercanos para el caso de los más jóvenes, son algunos de los detonantes de la decisión de acabar con la vida propia.
Las formas más habituales de suicidio en personas jóvenes son el ahorcamiento con un 81%, seguido de un disparo con arma de fuego con un 11% y la intoxicación por medicamentos con un 6,4%. Algunas de las principales señales a las cuales los padres deben poner mucha atención son las siguientes:
- Trastornos de la alimentación o del sueño: los jóvenes comienzan a devorar comida a destajo con claros indicios de ansiedad, o bien dejan de comer en forma repentina, no presentando señales de apetito ni ganas de comer. Igual cosa sucede con el sueño: pasan mucho tiempo durmiendo, o bien, no logran conciliar el sueño, sin poder descansar ni encontrar paz interna.
- Alteraciones del ánimo: a raíz de peleas constantes entre los padres, los jóvenes experimentan altos niveles de desesperación que los impulsan a caer en conductas peligrosas, como consumo de drogas y alcohol, o bien, irse de la casa, con el riesgo de caer en la delincuencia o en comportamientos sexuales precoces e inseguros en busca de muestras de afecto. Asimismo, se producen cambios bruscos en el estado de ánimo y pasan de una conducta acelerada, agresiva e irritable, a una conducta de pasividad y desinterés total, con muestras de pena y tristeza. Pasan de la inquietud motora sin dirección, a encerrase en su habitación y aislarse, con la música a todo volumen.
- Pérdida de lazos afectivos: los jóvenes rompen con sus viejas amistades de manera repentina y arbitraria, abandonando a sus grupos habituales de amigos. En lugar de ello, es posible que durante un tiempo comiencen a cambiar constantemente de amistades.
- Caída en su rendimiento escolar: si bien los estudios no han establecido una relación directa entre bajar las notas y una razón para cometer suicidio, sí se ha logrado determinar que los jóvenes optan por atentar en contra de sus vidas cuando su miedo a los resultados negativos del colegio no es suficientemente contenido por parte de los padres del menor.
- Sufrir bullying en el colegio y en las redes sociales: éste es un serio drama más que puede vivir un joven, ya que sufrir el rechazo social, la burla, los golpes y el abuso por parte de los compañeros se convierte en la peor pesadilla para un niño(a), especialmente, si el menor presenta un alto nivel de sensibilidad, bajo nivel de tolerancia a la frustración, o bien, tiene muy baja su autoestima.
Si los padres observan dos o más de los síntomas consignados, esto podría ser un indicador que apunta a algún tipo de ideación suicida, situación que debe poner en alerta inmediata a la familia de este adolescente. Se recomienda que los padres no hagan un acercamiento de manera brusca o agresiva al joven, bajo la fórmula de: “¿¡Qué es lo que pasa contigo!?” o bien, “¡¡Dime qué es lo que te molesta!!”, por el riesgo que se corre de que el menor se encierre aún más en sí mismo.
En su lugar, se sugiere buscar una persona hacia la cual el menor tenga confianza y cercanía –un amigo, un profesor, un pariente cercano– y a través de esta persona, explorar qué está sucediendo en el interior de este joven. Si el adolescente revela que ha tenido (o tiene) planes para atentar en contra de su vida, la recomendación es llevarlo cuanto antes a un psicólogo o psiquiatra, con el objetivo de que comience a ser tratado lo antes posible, ya que, en estos casos, no se puede correr riesgo alguno.
Ahora bien, la principal razón de esta publicación es un intento por crear conciencia acerca de un fenómeno que va en constante aumento, razón por la cual, se hace prioritario quebrar la tendencia al alza de las personas que cometen suicidio.
Uno de los aspectos más grave, es el dato entregado por la OMS, que señala que a un 21% de los jóvenes entre 9 y 17 años se les había cruzado por la mente en algún momento la posibilidad de suicidarse. Es una cifra poco halagadora que debe asustarnos y movilizarnos, con el fin de buscar nuevas y mejores medidas de prevención, ya que estas personas que lo pasan tan mal, merecen nuestra atención.
Dr. Franco Lotito C. – www.aurigaservicios.cl – Conferencista, escritor e investigador (PUC)