La Región de Los Lagos siempre me asombró desde pequeño, cuando viajaba de vacaciones con mi familia o en mis campamentos scout. Todo era parte de un paisaje que impresionaba, la magia del sur en todo su esplendor, la naturaleza triunfaba, la población y desarrollo industrial crecían también.
En los años 90, la contaminación aún no era visible y se abordaba como un problema menor, sin mayor divulgación o estrategias integrales para mitigarla. Con poco o nada de conciencia sobre las repercusiones futuras, con mis compañeros de patrulla solíamos recoger la basura, juntar latas de bebidas o confeccionar letreros predicando sobre “ecología”, siguiendo la consigna de Baden Powel, fundador del movimiento Scout mundial: «Déjalo mejor de como lo encontraste».
Con los años, Los Lagos terminó convirtiéndose en mi hogar. Vivo y viajo frecuentemente por todo el sur de Chile y he comprobado que el problema es mucho más profundo, conociendo de cerca las dificultades y desafíos en la gestión de los residuos. Solo el 35% de las comunas tiene donde depositarlos, con rellenos sanitarios que entre uno y tres años expiran su funcionamiento, y con parte importante del volumen viajando cientos de kilómetros hacia una disposición final.
Esta realidad contrasta con la fuerte conciencia medioambiental de sus autoridades y habitantes, que poseen una preocupación genuina por el cuidado y preservación del entorno natural, y el desarrollo de un verdadero HUB académico y de innovación, liderado por profesionales jóvenes y emprendedores, que están buscando e implementando soluciones de economía circular y energías renovables.
Afortunadamente, la Ley de Responsabilidad Extendida del Productor (Ley REP) que comenzó a regir este año, evitará que el reloj avance inexorablemente, instalando metas claras, progresivas y exigentes, pero muy necesarias, con el objetivo de alcanzar el 75% de recuperación de residuos en los próximos años. Cuando a veces la buena voluntad o las iniciativas bien intencionadas no alcanzan, aparecen las leyes con sus directrices que nos invitan a ordenarnos, a participar y colaborar por una causa en común.
Para tener resultados, debemos unirnos en torno a todas las “R” posibles: reciclar, reutilizar, rediseñar, reparar, repensar, restaurar, reducir, por nombrar algunas, pero también a la “R” de “responsabilidad”, que en la normativa apunta al productor, pero también es extensible a todos los actores de la cadena: a las personas, que son el primer eslabón en la segregación en el hogar; a los municipios, para disponer de los puntos limpios y la recolección para los vecinos; a las autoridades, en su rol de articular y fiscalizar el cumplimiento de la ley; a las empresas, que tienen la obligación recuperar desde los envases de la industria alimenticia hasta las redes y boyas de la industria salmonera; a los sistemas de gestión en su labor coordinar y llevar a cabo la trazabilidad; de las inversiones, para contar con las capacidades instaladas que permitan reciclar los residuos, como la que estamos realizando en Ambipar – Ecofibras para la construcción de un centro de clasificación y pretratamiento en Los Lagos. De esta manera, los residuos se convertirán en materia prima bajo la hermosa lógica de la economía circular y no terminarán en un relleno sanitario o peor, en un río, mar o lago.
Debemos buscar los incentivos suficientes para seguir aportando individual o grupalmente, con una lógica de desarrollo regional, haciendo honor a la vocación medioambiental de Los Lagos que, además de cumplir con las metas de la Ley REP, perfectamente puede encaminarse a alcanzar el “Cero Residuos a Eliminación”, y así avanzar hacia un mundo más limpio y sostenible.
José Pavez Ramírez, Gerente general Ambipar Ecofibras.