Diversos estudios con imágenes por resonancia magnética funcional (fFMRI, functional magnetic resonance imaging) del interior del cerebro mediante campos magnéticos, muestran que al escuchar música o cantar –que son dos caras de la misma moneda– el cerebro comienza a liberar una serie de sustancias químicas –vinculadas a las endorfinas– que producen una sensación de placer que mejora el ánimo de las personas.
Las endorfinas son neurotransmisores que elabora el organismo que están en condiciones de aliviar el dolor y entregar a la persona la sensación de bienestar. Las endorfinas representan el equivalente a las “hormonas de la felicidad”, tales como: la oxitocina, feniletilamina, serotonina, dopamina, etc.
Escuchar música y cantar son actividades que ejercitan ciertas zonas del cuerpo que permiten liberar “emociones positivas” –alegría, felicidad, satisfacción, etc.– que tienen el efecto de relajar a las personas que las practican.
Hay un viejo dicho popular que reza: “Quien canta, su mal espanta”, dicho que hoy en día, gracias al estudio del cerebro a través de imágenes que revelan el funcionamiento cerebral de los seres humanos, se ha probado como verdadero. Los estudios han podido determinar que al escuchar música, así como también al cantar, el cerebro de manera automática comienza a liberar endorfinas, sustancias químicas que producen un estado placentero, alivian el estrés, mejoran el ánimo de las personas y elevan las defensas del sistema inmunológico. Se ha comprobado, por ejemplo, que en aquellas personas que participan en coros las defensas suben hasta un 240% después de cantar ante una audiencia.
En rigor, uno podría decir que el canto representa el instrumento más antiguo de la humanidad, algo que no requiere ir a comprarlo ni ser un virtuoso para ocuparlo, ya que con nosotros nace de manera natural la necesidad de expresar emociones a través del canto. En este sentido, cuando una persona canta lleva a cabo un control cerebral mucho más fino y sofisticado que al hablar, y cuando la música y el canto se juntan, se produce una estimulación del sistema nervioso de tal magnitud que se ha constatado que la terapia a través del canto baja los niveles de estrés, mejora la motricidad y el rendimiento cognitivo de las personas.
Se ha observado, por ejemplo, que cuando las personas están estresadas o nerviosas, suelen tararear o cantar en voz baja para tranquilizarse, ya que resulta ser algo gratificante el poder dar salida a las emociones.
Uno de los expertos más reconocidos en esta área de investigación, es el Dr. Daniel Levitin, un neurocientífico de la Universidad de McGill, Canadá, quien ha llevado a cabo una serie de experimentos con grupos de voluntarios que debían escuchar música clásica mientras eran sometidos a un examen por resonancia magnética funcional, constatando que se producía una activación de las zonas cerebrales que comenzaban a producir oxitocina y dopamina, sustancia esta última, que produce placer en las personas, en tanto que la oxitocina ayuda a fijar recuerdos de carácter afectivos.
El Dr. Levitin es autor del libro “Tu cerebro musical” y señala que el conocimiento de los numerosos beneficios del acto de cantar, ha llevado a que un grupo de psicólogos y psiquiatras trabajen en casos difíciles de pacientes psicópatas motivándolos a practicar el canto como una forma de terapia.
Otra investigación realizada en el centro médico de la Universidad de Maryland, Estados Unidos, por un equipo de cardiólogos dirigidos por el Dr. Michael Miller pudo determinar que el acto de escuchar una melodía que provocaba una sensación de alegría en las personas –ya sea del tipo pop, rock o clásica– era capaz de frenar la acción de las hormonas del estrés –cortisol, adrenalina, noradrenalina– que producen la contracción de las arterias, y lograba que los vasos sanguíneos de las personas aumentaran su dilatación hasta en un 26%, lo que mejoraba directamente la circulación sanguínea y el trabajo del corazón, mejorando, por ende, la salud cardíaca.
Por el contrario, si la melodía que escuchaba el sujeto le producía ansiedad o angustia, sus arterias reducían su diámetro hasta en un 6%.
Un segundo experimento que midió la dilatación de los vasos sanguíneos de varias personas ante diversos estímulos, demostró que ver videos que provocaban risas, generaban un 19% de expansión, mientras que la música de un estilo algo más relajado lograba expandir los vasos sanguíneos sólo en un 11%.
Todas estas reacciones se explican por la acción –o inhibición– de hormonas como la adrenalina o noradrenalina, ya que cuando éstas se liberan en momentos de estrés colaboran en la vasoconstricción, en cuyo caso, las arterias tienen menos espacio para llevar nutrientes, entorpece el tráfico y genera problemas coronarios. Al revés: cuando la persona experimenta una situación agradable que le genera alegría y felicidad se reduce la secreción de las hormonas del estrés y aparece hormonas como la oxitocina y la dopamina que son beneficiosas para el organismo y capaces de dilatar las arterias.
Dado los positivos efectos de la música, el canto y la risa sobre la salud de las personas se han hecho numerosos estudios que han logrado demostrar varios efectos adicionales: un equipo de investigadores de la Universidad de California midieron los niveles de inmunoglobulina A –factor clave en el sistema inmune– en la saliva de treinta cantantes de un coro antes y después de ensayar, constatando que los niveles de inmunoglobulina A aumentaron 150% después del ensayo y 240% luego de presentarse ante el público.
La investigadora Laurel Trainor de la Universidad de McMaster, Canadá, asegura que aprender música mejora la inteligencia general en los niños a largo plazo y tiene un efecto positivo en todas las áreas del aprendizaje de los menores, dándose este efecto con mucha fuerza en el ámbito del leguaje y las matemáticas.
Asimismo, un estudio de la Universidad de Wisconsin, Estados Unidos, quiso examinar qué sucedía con el “efecto Mozart”, en función de lo cual, luego de que un grupo de voluntarios escucharan música de Mozart, dicho grupo se desempeñó de mejor forma en diversos test de matemáticas y de razonamiento espacial, es decir, efectos totalmente positivos por donde se lo mire.
Ya lo decía Platón, filósofo y pensador de la antigua Grecia, hace dos mil cuatrocientos años atrás: “La música es para el alma, lo que la gimnasia es para el cuerpo”.
Dr. Franco Lotito C. – www.aurigaservicios.cl
Académico, escritor e investigador (PUC-UACh)